En el jardín de Getsemaní, Jesús experimenta una profunda tristeza y angustia mientras se prepara para la crucifixión. Pide a sus discípulos que permanezcan despiertos y oren con él, enfatizando la importancia de la vigilancia espiritual en tiempos de prueba. Al regresar y encontrarlos dormidos, se subraya la fragilidad humana y la dificultad de mantener el enfoque espiritual bajo presión. Este momento es un recordatorio conmovedor de la humanidad de los discípulos y su lucha por apoyar a Jesús en su hora de necesidad. A pesar de su fracaso en mantenerse despiertos, la respuesta de Jesús no es de ira, sino de comprensión, reflejando su profunda compasión y paciencia. Esta narrativa invita a los creyentes a reconocer sus propias debilidades y los anima a confiar en la oración y la fuerza divina para superar la pereza espiritual. También nos asegura la empatía de Jesús y su disposición a perdonar nuestras faltas, instándonos a permanecer firmes en nuestra fe y compromiso.
Y vino y los halló durmiendo otra vez; porque tenían los ojos pesados.
Mateo 26:43
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