Durante su juicio, Jesús enfrentó acusaciones de los principales sacerdotes y ancianos, sin embargo, eligió no responder. Este silencio es significativo, reflejando su compromiso inquebrantable con su misión y su confianza en el plan divino. Al no defenderse, Jesús cumple con la profecía del siervo sufriente en Isaías, quien fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca. Su silencio no es un signo de debilidad, sino una profunda demostración de fuerza y humildad. Muestra su disposición a soportar el sufrimiento por la redención de la humanidad. Este momento invita a los creyentes a reflexionar sobre el poder de la contención y la importancia de confiar en la justicia de Dios, incluso ante acusaciones falsas o malentendidos. Nos desafía a considerar cómo respondemos a las críticas y a encontrar paz en saber que la verdad y la justicia finalmente prevalecerán en el tiempo de Dios.
Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
Mateo 27:12
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