Jesús nos enseña a orar con una actitud de humildad y reverencia, reconociendo a Dios como nuestro Padre celestial. Al decir 'santificado sea tu nombre', estamos afirmando la santidad y la grandeza de Dios, y nuestro deseo de que su nombre sea honrado en todo el mundo. Esta oración es un recordatorio de nuestra relación íntima con Dios, quien nos ama y cuida de nosotros como un padre amoroso. Nos invita a acercarnos a Él con confianza y a vivir de una manera que refleje su santidad y amor en nuestras vidas diarias. Al orar de esta manera, también nos unimos a la comunidad de creyentes que comparten esta fe y esperanza en Dios.
Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Mateo 6:9
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