Un centurión romano se acerca a Jesús en busca de sanación para su siervo. Expresa su entendimiento de la autoridad comparando su propio mando sobre los soldados con la autoridad espiritual de Jesús. El centurión reconoce que así como sus soldados siguen sus órdenes sin cuestionar, Jesús puede ordenar sanación desde la distancia. Esta comparación resalta la profunda fe del centurión en el poder de Jesús, reconociendo que la autoridad de Jesús trasciende las limitaciones físicas. La fe del centurión es notable porque proviene de un gentil, alguien fuera de la fe judía, y sin embargo, demuestra una creencia profunda en la autoridad divina de Jesús. Este encuentro enfatiza la importancia de la fe y la confianza en el poder de Jesús, incluso cuando no es visible o tangible. Sirve como un recordatorio de que la verdadera fe a menudo implica confiar en lo invisible y creer en el poder de la palabra y autoridad de Jesús. La comprensión del centurión sobre la autoridad y su fe en la capacidad de Jesús para sanar desde lejos es un testimonio de la naturaleza universal del ministerio de Jesús y el poder de la fe.
Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Mateo 8:9
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