En este pasaje, Dios se dirige directamente a Su pueblo, ofreciendo un mensaje de esperanza y seguridad. A pesar de la aparente fuerza y alianzas de sus enemigos, Dios declara que estos adversarios serán destruidos. Esto es un recordatorio poderoso de la soberanía de Dios y Su control absoluto sobre todas las naciones y poderes. Para el pueblo de Judá, que ha sufrido y enfrentado aflicciones, esta promesa es una fuente de consuelo. Dios reconoce sus dificultades pasadas, pero les asegura que tales pruebas no continuarán indefinidamente. Esto refleja un tema más amplio en la Biblia sobre la justicia y la misericordia de Dios, donde no solo castiga el mal, sino que también ofrece alivio y restauración a Sus fieles seguidores. El versículo anima a los creyentes a mantenerse firmes en su fe, confiando en que Dios traerá justicia y paz en Su tiempo perfecto. También sirve como un recordatorio de que los poderes terrenales, por más formidables que sean, son temporales y están sujetos a la voluntad de Dios. Esta certeza puede inspirar confianza y perseverancia ante la adversidad, sabiendo que los planes de Dios son para el bien último de Su pueblo.
Así ha dicho Jehová: Aunque estén seguros y muchos, serán destruidos y pasará; aunque he afligido a ti, no te afligiré más.
Nahúm 1:12
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