En este versículo, los israelitas manifiestan un profundo temor y ansiedad sobre las consecuencias de acercarse al tabernáculo, el lugar donde reside la presencia de Dios entre ellos. Están preocupados de que acercarse demasiado a este lugar sagrado podría resultar en la muerte, lo que refleja la admiración y el respeto que tienen por la santidad de Dios. Este temor proviene de eventos recientes donde acercamientos inapropiados a la presencia de Dios llevaron a consecuencias graves, reforzando la necesidad de respeto y un protocolo adecuado al tratar con lo divino.
El tabernáculo era una parte central de la adoración israelita, simbolizando la presencia de Dios con Su pueblo. Sin embargo, también representaba el límite entre lo divino y lo humano, un límite que, si se cruzaba de manera inapropiada, podría traer consecuencias severas. Esto resalta la comprensión de los israelitas sobre la santidad de Dios y la seriedad de acercarse a Él sin la preparación o autoridad adecuadas.
Este pasaje sirve como un recordatorio de la importancia de respetar los límites divinos y la necesidad de un mediador entre Dios y la humanidad. En la narrativa bíblica más amplia, apunta al eventual papel de Jesucristo como el mediador definitivo, que une la brecha entre Dios y la humanidad, permitiendo a los creyentes acercarse a Dios con confianza y reverencia.