En este pasaje, Dios instruye a Aarón sobre las responsabilidades de los levitas en relación con el tabernáculo. Los levitas fueron encargados de asistir a los sacerdotes y cuidar de la tienda de reunión, asegurándose de que todo estuviera en orden y funcionando correctamente. Sin embargo, no se les permitía acercarse a las partes más sagradas del santuario o al altar, ya que estas estaban reservadas solo para los sacerdotes. Esta distinción era crucial porque mantenía la santidad y el orden del culto, previniendo el caos y asegurando que los mandamientos de Dios se siguieran con precisión.
El versículo nos recuerda la importancia de respetar los roles y límites establecidos por Dios. Destaca el concepto de santidad y la reverencia que se requiere al acercarse a Dios. Cada persona dentro de la comunidad tenía un papel específico, y al cumplir estos roles con fidelidad, contribuían a la armonía y funcionamiento general de la comunidad. Esto nos enseña sobre el valor de la obediencia, el respeto por el orden divino y la importancia de la contribución de cada individuo a la misión colectiva de la fe.