Durante su travesía por el desierto, los israelitas estaban organizados en tribus, cada una con un líder designado y una posición específica alrededor del tabernáculo. Manasés, una de las tribus, era liderada por Gamaliel, hijo de Pedahzur. Esta organización tribal no solo se trataba de mantener el orden; era un reflejo de la identidad y herencia de los israelitas. Cada tribu tenía su propia historia y rol dentro de la comunidad más grande. Manasés, siendo una de las tribus descendientes de José, llevaba un legado de fidelidad y resiliencia. El liderazgo de Gamaliel aseguraba que la tribu mantuviera sus responsabilidades y contribuyera a la misión general del pueblo. Esta estructura permitía a los israelitas moverse de manera eficiente y permanecer unidos en propósito, enfatizando la importancia del liderazgo, la herencia y la comunidad para alcanzar objetivos compartidos. Tal organización es un recordatorio de cómo la estructura y el liderazgo pueden ayudar a las comunidades a prosperar, asegurando que cada miembro conozca su rol y contribuya al bien común.
Y los hijos de Simeón, por sus ejércitos, eran ciento cincuenta y nueve mil doscientos.
Números 2:20
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