Balaam, un profeta no israelita, se encuentra en una posición para transmitir un mensaje sobre los israelitas. Al observar las tribus de Israel, el Espíritu de Dios desciende sobre él, marcando un momento crucial donde la influencia divina toma el control. Este evento subraya la idea de que el Espíritu de Dios puede obrar a través de cualquier persona, sin importar su origen o intenciones previas. La experiencia de Balaam muestra que los planes y propósitos de Dios trascienden las fronteras y expectativas humanas. La llegada del Espíritu indica que las palabras que Balaam pronunciará no son simplemente sus propios pensamientos, sino que están inspiradas por Dios, asegurando que el mensaje esté alineado con la voluntad divina. Este momento también sirve como un recordatorio de la relación única de los israelitas con Dios, ya que son vistos como un pueblo elegido con un papel especial en el plan general de Dios. Refleja el tema de la soberanía de Dios y la capacidad de utilizar diversos medios y personas para cumplir Sus propósitos.
Y alzando Balaam sus ojos, vio a Israel acampado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él.
Números 24:2
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