En la antigua comunidad israelita, los levitas estaban apartados para cumplir con deberes religiosos, y entre ellos se encontraban los meraritas, descendientes de Merari, uno de los hijos de Leví. Los meraritas se dividían en clanes, específicamente los mahlitas y los mushitas. Cada clan tenía responsabilidades específicas, especialmente en lo que respecta al mantenimiento y transporte de la estructura del tabernáculo, como los marcos, barras, pilares y bases. Esta división del trabajo aseguraba que el tabernáculo, el centro de adoración y el lugar de morada de Dios entre Su pueblo, estuviera bien cuidado y funcional.
La organización detallada de los levitas subraya la importancia del orden y la cooperación en la adoración comunitaria. Nos recuerda que en una comunidad de fe, cada uno tiene un papel único que contribuye al todo. Este principio es aplicable hoy en día, ya que anima a los creyentes a reconocer y abrazar sus dones y responsabilidades individuales dentro de sus comunidades, fomentando la unidad y un servicio efectivo.