En el contexto de la dedicación del altar, Natán, representando a la tribu de Isacar, trae su ofrenda en el segundo día. Cada tribu de Israel tiene un día específico para presentar sus ofrendas, simbolizando su compromiso colectivo con Dios y la comunidad. Esta presentación ordenada subraya la importancia de la organización y el respeto por las instrucciones divinas. También refleja la unidad y diversidad dentro de la comunidad, ya que cada tribu contribuye de manera única a la adoración y el mantenimiento del santuario. Las ofrendas no son solo regalos materiales, sino que representan la devoción y la disposición del pueblo para apoyar su centro espiritual. Este acto de dar es un recordatorio de la importancia de la generosidad y el papel de cada individuo y grupo en el sostenimiento de la comunidad de fe. A través de estas ofrendas, los israelitas expresan gratitud y reconocen la presencia de Dios entre ellos, reforzando su relación de pacto.
El segundo día ofreció su ofrenda Natán, hijo de Suar, príncipe de Isacar.
Números 7:18
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