Las palabras tienen un poder transformador en nuestras vidas. Una respuesta adecuada puede ser una fuente de alegría, no solo para quien la recibe, sino también para quien la da. Hablar con sabiduría y amor puede cambiar el curso de una conversación o incluso una vida. En momentos de dificultad, una palabra de aliento puede ser el faro que guía a alguien hacia la esperanza. En tiempos de alegría, compartir palabras de celebración fortalece los lazos entre las personas.
Es esencial ser conscientes de cómo nuestras palabras afectan a los demás. Al reflexionar sobre lo que decimos y cómo lo decimos, podemos ser instrumentos de paz y consuelo. La capacidad de decir lo correcto en el momento adecuado es un don que debemos cultivar con cuidado y atención.