La imagen de montañas saltando como carneros y collados como corderos es una forma poética de expresar la abrumadora presencia y poder de Dios. En tiempos antiguos, las montañas eran vistas como símbolos de permanencia y fortaleza, sin embargo, aquí se representan como seres animados y sensibles a lo divino. Esto sugiere que nada en la creación está fuera del alcance de la influencia de Dios. El salto de los carneros y los corderos transmite una sensación de alegría y vitalidad, ilustrando cómo la creación misma se regocija en la presencia de su Creador. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre la relación dinámica entre Dios y el mundo, donde incluso las partes más sólidas e inquebrantables de la naturaleza responden a la majestuosidad de Dios con movimiento y celebración. Fomenta una perspectiva de asombro y reverencia, recordándonos que la presencia de Dios puede transformar y vivificar todos los aspectos de la vida. Tal imagen llama a una respuesta de adoración y gratitud, reconociendo que el poder de Dios es inmenso y está íntimamente involucrado en el mundo.
Las montañas saltaron como carneros, y los collados como corderos.
Salmos 114:4
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