En esta vívida y dramática imagen, la presencia de Dios se describe como una poderosa fuerza de la naturaleza. El humo que asciende de Sus fosas nasales y el fuego consumidor que sale de Su boca simbolizan Su ira justa y la intensidad de Su presencia divina. Esta representación no debe tomarse literalmente, sino que sirve como una metáfora del poder abrumador de Dios y Su papel activo en el mundo. Los carbones encendidos representan la pureza y la santidad de Dios, quien purga el mal y la injusticia. Este versículo forma parte de un pasaje más amplio donde el salmista describe la intervención de Dios en un momento de angustia, enfatizando Su disposición a actuar en nombre de aquellos que lo invocan. La imagen subraya el compromiso de Dios con la justicia y Su naturaleza protectora hacia Su pueblo. Asegura a los creyentes que Dios no está distante ni pasivo, sino que es una fuerza poderosa contra el mal, lista para defender y liberar a quienes confían en Él. Tales descripciones del poder de Dios sirven para inspirar asombro y reverencia, recordándonos Su autoridad suprema y la certeza de que Él está trabajando activamente por el bien en el mundo.
Subieron humo de su nariz, y de su boca salió fuego consumidor; carbones fueron por él encendidos.
Salmos 18:8
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