En tiempos de dificultad, es fácil olvidar las bendiciones y liberaciones pasadas que Dios nos ha proporcionado. Este versículo resalta la tendencia humana a pasar por alto las grandes obras de Dios, especialmente cuando nos enfrentamos a nuevos desafíos. Los israelitas, a pesar de haber sido testigos de eventos milagrosos, a menudo olvidaban el poder y la fidelidad de Dios. Este olvido conducía a la duda y la desobediencia.
Recordar el poder de Dios es crucial para mantener una fe sólida. Sirve como un recordatorio de que Dios siempre está presente y es capaz de liberarnos de cualquier situación. Reflexionar sobre experiencias pasadas donde Dios ha intervenido nos ayuda a confiar en Él más profundamente y a mantener la esperanza frente a la adversidad. Esta práctica de recordar es un acto de gratitud, reconociendo el papel de Dios en nuestras vidas y reforzando nuestra relación con Él. Al mantener en mente las obras pasadas de Dios, podemos enfrentar el futuro con confianza y fe.