En este versículo, se destaca la elección deliberada de Dios de la tribu de Judá y del monte Sion. Judá no era la tribu más grande ni la más poderosa, sin embargo, fue elegida por Dios para ser la tribu de la cual surgirían los reyes, incluyendo al rey David y, en última instancia, a Jesucristo. Esta elección subraya el tema bíblico de que Dios a menudo selecciona lo inesperado para cumplir Sus propósitos. El monte Sion, una colina en Jerusalén, se menciona frecuentemente en la Biblia como un lugar de morada de Dios y un símbolo de Su presencia entre Su pueblo. Al elegir el monte Sion, Dios estableció un lugar central para la adoración y el gobierno, que se convirtió en el corazón de la vida espiritual de Israel. Esta decisión refleja el amor de Dios y Su deseo de estar cerca de Su pueblo, brindándoles liderazgo y un lugar para encontrarlo. Para los creyentes de hoy, este versículo sirve como un recordatorio de las elecciones soberanas de Dios y Su amor perdurable por aquellos a quienes llama Suyos, animándolos a confiar en Sus planes y propósitos.
Y eligió la tribu de Judá, el monte de Sion, el cual él ama.
Salmos 78:68
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