En este pasaje, la imagen de la gran ciudad está llena de simbolismo. Se describe como Sodoma y Egipto, ambos lugares históricamente asociados con el pecado y la rebelión contra Dios. Sodoma es conocida por su inmoralidad, mientras que Egipto representa la opresión y la esclavitud. Al usar estos nombres, el texto enfatiza la corrupción espiritual y la resistencia al mensaje de Dios presente en esta ciudad. La referencia al lugar donde fue crucificado nuestro Señor, comúnmente entendido como Jerusalén, añade otra capa de significado. Conecta el sufrimiento de los dos testigos con el sufrimiento de Cristo, sugiriendo que así como Jesús fue rechazado y crucificado, también estos testigos enfrentarán rechazo y muerte.
Este pasaje sirve como un poderoso recordatorio del costo del discipulado y la realidad de la persecución. Anima a los creyentes a mantenerse firmes en su fe, incluso frente a la oposición. Al mismo tiempo, les asegura que Dios ve sus luchas y, en última instancia, traerá justicia y vindicación. El versículo invita a reflexionar sobre la naturaleza del verdadero testimonio y la esperanza de la resurrección y el triunfo sobre el mal.