El mensaje a la iglesia en Esmirna comienza con una poderosa introducción de Jesús como el eterno, el Primero y el Último. Este título resalta su naturaleza divina, afirmando que Él es el principio y el fin de todas las cosas, un concepto que brinda consuelo y seguridad a los creyentes. Al declarar que murió y resucitó, Jesús recuerda a la iglesia su resurrección, un pilar de la creencia cristiana que asegura la victoria sobre la muerte. Esto es especialmente significativo para la iglesia en Esmirna, que enfrentaba severas persecuciones y sufrimientos. Los creyentes son alentados a permanecer firmes en su fe, sabiendo que Jesús ha conquistado la muerte y ofrece vida eterna. Sus palabras están destinadas a fortalecer su determinación y proporcionar esperanza, asegurándoles que sus pruebas no son en vano y que están bajo el cuidado del Cristo resucitado. El mensaje es un llamado a la perseverancia, recordándoles que su fidelidad será recompensada con la promesa de vida eterna.
Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:
Apocalipsis 2:8
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