El capítulo 20 de Apocalipsis aborda el destino final de Satanás y el juicio de la humanidad. Después de ser atado durante mil años, Satanás es liberado por un corto tiempo, pero finalmente es derrotado y arrojado al lago de fuego. Este capítulo también describe el juicio final, donde los muertos son resucitados y juzgados según sus obras. Aquellos cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida son condenados. Este capítulo enfatiza la justicia de Dios y la certeza de que todos enfrentarán su juicio. Los creyentes son alentados a vivir en la luz de la eternidad, recordando que su fe en Cristo les asegura un lugar en el reino de Dios.
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