La visión de Juan es una poderosa representación de la promesa de Dios de renovar y restaurar. Ser llevado en el Espíritu indica una revelación divina, ofreciendo un vistazo al futuro donde la presencia de Dios se realiza plenamente entre su pueblo. La Santa Ciudad, Jerusalén, simboliza la nueva creación, un lugar donde habita la gloria de Dios. Esta visión no se trata solo de una ciudad física, sino que representa la culminación del plan de Dios para la humanidad: un lugar de paz eterna, alegría y comunión con Él. La descenso de la ciudad del cielo resalta el origen divino y la perfección de esta nueva creación. Sirve como un recordatorio de la esperanza que los cristianos tienen por un futuro donde el reino de Dios esté plenamente establecido y su voluntad se cumpla en la tierra como en el cielo. Esta visión anima a los creyentes a vivir con esperanza y anticipación, confiando en la promesa de Dios de un mundo restaurado.
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad, la santa Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios.
Apocalipsis 21:10
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