En Romanos 11, Pablo aborda la compleja relación entre judíos y gentiles en la comunidad cristiana primitiva. Utiliza la metáfora del olivo para ilustrar cómo los gentiles han sido incluidos en el plan de salvación de Dios. Las 'ramas' que fueron 'desgajadas' representan a los judíos que no aceptaron a Jesús como el Mesías. En contraste, los gentiles, que antes eran considerados forasteros, han sido 'injertados' en el olivo, simbolizando su inclusión en la comunidad del pacto a través de la fe en Cristo.
Esta metáfora sirve como un poderoso recordatorio de la gracia de Dios y la importancia de la fe. Subraya que ser parte de la familia de Dios no se basa en la herencia étnica o cultural, sino en la fe en Jesucristo. Pablo anima a los creyentes gentiles a mantener la humildad, recordándoles que su inclusión es un resultado de la misericordia de Dios y no de sus propios méritos. Este pasaje invita a todos los creyentes a apreciar la riqueza del plan de Dios, que une a diversos pueblos en una sola familia a través de la fe, promoviendo la unidad y la gratitud.