En su carta, Pablo se toma un momento para reconocer las importantes contribuciones de las mujeres en la comunidad cristiana primitiva. Se menciona a Trifena y Trifosa como mujeres que trabajan arduamente en el Señor, lo que indica su participación activa en el ministerio. De igual manera, Persida es resaltada como una amiga querida que también ha trabajado diligentemente por la fe. Este reconocimiento es fundamental, ya que subraya el papel vital que jugaron las mujeres en la difusión del cristianismo y el establecimiento de la iglesia.
Los saludos de Pablo a estas mujeres son un testimonio de la inclusividad y diversidad de la iglesia primitiva. Desafía a los lectores modernos a apreciar y valorar las contribuciones de todos los miembros dentro de la iglesia, sin importar su género. La mención de estas mujeres por su nombre resalta las relaciones personales y los lazos comunitarios que fueron esenciales para el crecimiento de la iglesia primitiva. Anima a los creyentes de hoy a reconocer y apoyar el arduo trabajo de otros en sus comunidades de fe, fomentando un ambiente de respeto mutuo y cooperación.