Desde Adán hasta Moisés, la muerte tuvo dominio sobre la humanidad, afectando a todos, incluso a aquellos que no habían pecado de la misma manera que Adán. El papel de Adán como un 'modelo' significa que sus acciones tuvieron consecuencias profundas, estableciendo un precedente para la pecaminosidad humana y la separación resultante de Dios. Sin embargo, esto también anticipa la llegada de Cristo, quien, a diferencia de Adán, trae redención y vida. La desobediencia de Adán introdujo el pecado en el mundo, pero la obediencia de Cristo ofrece salvación a todos. Este pasaje enfatiza la continuidad del plan redentor de Dios, destacando el contraste entre la muerte traída por Adán y la vida ofrecida a través de Jesús. Sirve como un recordatorio del impacto universal del pecado y la esperanza de restauración a través de Cristo. El versículo invita a reflexionar sobre la naturaleza del pecado, la inevitabilidad de la muerte y la promesa de vida eterna a través de la fe en Jesús, subrayando el poder transformador de la gracia de Dios.
No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Romanos 5:14
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