Como seguidores de Cristo, los creyentes son considerados hijos de Dios, lo que conlleva el increíble privilegio de ser herederos del reino de Dios. Este versículo subraya la relación íntima y familiar entre Dios y Sus seguidores, donde no son solo súbditos, sino hijos amados. El concepto de ser coherederos con Cristo significa un destino compartido con Jesús, que abarca tanto las pruebas como los triunfos de la vida cristiana. Compartir los sufrimientos de Cristo implica que los creyentes enfrentarán dificultades, al igual que lo hizo Cristo, pero estas experiencias no son en vano. Son parte del viaje transformador que conduce a compartir Su gloria. Este doble aspecto de sufrimiento y gloria refleja la creencia cristiana en el poder redentor de las pruebas, que en última instancia acercan a los creyentes a Dios y los preparan para la vida eterna con Él. El versículo anima a los creyentes a abrazar su identidad como hijos de Dios, con todos sus desafíos y promesas asociadas, sabiendo que su recompensa final es una gloria compartida con Cristo.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo; si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Romanos 8:17
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