Ruth, una mujer moabita que ha perdido a su esposo, se encuentra en Belén con su suegra, Noemí. Como extranjera y viuda, Ruth es vulnerable y depende de la bondad de los demás para sobrevivir. Al conocer a Boaz, un pariente del difunto esposo de Noemí, se sorprende por su amabilidad y generosidad. Las acciones de Boaz reflejan un profundo sentido de compasión y el cumplimiento del espíritu de la ley, que alentaba el cuidado por los pobres y los extranjeros. La respuesta de Ruth, inclinándose y cuestionando por qué ha hallado favor, subraya su humildad y la naturaleza inesperada de la bondad de Boaz. Este momento es fundamental, ya que demuestra cómo los actos de bondad pueden derribar barreras y crear lazos entre personas de diferentes orígenes. También anticipa el despliegue del plan de Dios para Ruth y Noemí, ya que el favor de Boaz no es solo un acto de bondad humana, sino parte de una narrativa divina que conduce a la redención y la bendición. Esta historia anima a los creyentes a extender amabilidad y gracia a todos, sin importar su origen o estatus, reflejando el amor inclusivo de Dios.
Entonces ella, cayendo sobre su rostro, hizo reverencia a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos, para que me reconozcas, siendo yo extranjera?
Rut 2:10
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