La comparación entre un lobo y un cordero es una ilustración vívida del contraste marcado entre dos naturalezas opuestas. Los lobos son vistos como depredadores, mientras que los corderos son tiernos y vulnerables. Esta metáfora se utiliza para trazar un paralelismo entre los pecadores y los devotos, enfatizando que sus valores y comportamientos fundamentales son tan diferentes como los de un lobo y un cordero. El mensaje nos recuerda ser conscientes de la compañía que elegimos, ya que nuestras asociaciones pueden influir en nuestro camino espiritual. Se anima a las personas a buscar relaciones que nutran su fe y se alineen con sus valores morales. Al resaltar este contraste, también se nos invita a la introspección sobre nuestras propias acciones y el tipo de influencia que somos para los demás. Subraya la importancia de esforzarse por llevar una vida que refleje la devoción y se alinee con los principios espirituales, mientras se es consciente del posible desacuerdo con aquellos que no comparten el mismo compromiso con la rectitud.
El que se une a un hombre, así como a un hombre, así será su amigo; y el que se une a un hombre, así será su amigo.
Eclesiástico 13:17
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