Una esposa con un buen carácter se compara con el sol que nace en los cielos del Señor, ilustrando su virtud y el profundo impacto que tiene en su entorno. El sol es un símbolo poderoso de luz, calor y vida, y de manera similar, una esposa virtuosa trae estas cualidades a su hogar y comunidad. Su integridad y fortaleza moral brillan intensamente, ofreciendo guía y apoyo a su familia. Este pasaje subraya el valor de la belleza interior y la influencia duradera del carácter de una persona. Nos recuerda que la verdadera virtud no solo es agradable a Dios, sino que también enriquece la vida de quienes amamos. Al encarnar tales cualidades, se puede crear un ambiente de amor, paz y alegría, al igual que el sol que nutre y sostiene la vida en la tierra. Este mensaje es universal, animando a todos a apreciar y cultivar virtudes que reflejen la bondad divina y traigan armonía a nuestras relaciones.
La mujer que teme al Señor, ésa será alabada.
Eclesiástico 26:21
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