Pablo inicia su carta identificándose como siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, lo que establece el tono de su mensaje. Su misión es avanzar en la fe de los escogidos por Dios, conocidos como los 'electos'. Esta fe no es estática; se enriquece a través de un entendimiento más profundo de la verdad. Esta verdad no es solo un conocimiento factual, sino una revelación divina que transforma vidas, guiando a los creyentes hacia una vida de piedad, que refleja la santidad y justicia de Dios.
La introducción de Pablo subraya su compromiso con su misión y su autoridad como apóstol. Su énfasis en la fe y el conocimiento sugiere que la vida cristiana verdadera implica tanto creencia como entendimiento. La verdad de la que habla Pablo está destinada a llevar a una piedad práctica, indicando que la fe es activa y visible en la forma en que los creyentes viven. Esta apertura prepara el camino para las enseñanzas e instrucciones que siguen, enfatizando la importancia de la doctrina sana y la vida justa.