Tobit ejemplifica su devoción a Dios a través de la práctica del diezmo, un aspecto clave de la vida religiosa en la antigua Israel. El diezmo era una décima parte de los ingresos o productos, dado para apoyar a los levitas, quienes no tenían herencia de tierra y se encargaban de las funciones del templo. Al dar su diezmo de manera fiel, Tobit asegura el sustento de aquellos que sirven a Dios y mantienen la vida espiritual de la comunidad.
Además, Tobit menciona el segundo diezmo, que debía consumirse en Jerusalén. Esta práctica no solo apoyaba la economía religiosa, sino que también fomentaba la peregrinación y la participación en festivales religiosos, promoviendo un sentido de unidad y fe compartida entre el pueblo. Las acciones de Tobit reflejan un corazón comprometido con Dios, valorando tanto la piedad personal como la responsabilidad comunitaria. Su adherencia a estas prácticas subraya la importancia de la generosidad, la administración y la participación activa en la comunidad de fe, sirviendo como un modelo para que los creyentes apoyen a sus líderes espirituales y se involucren en la adoración.