Tobit, después de haber soportado un periodo de ceguera, experimenta una sanación milagrosa que lo llena de una alegría y gratitud abrumadoras. Su primer instinto es alabar a Dios, reconociendo que tanto las dificultades que enfrentó como la misericordia que recibió son parte del plan divino de Dios. El abrazo de Tobit a su hijo Tobías es un poderoso símbolo de la restauración y renovación de su familia, así como del cumplimiento de las promesas de Dios. Este momento subraya la importancia de mantener la fe y la gratitud, incluso durante los desafíos de la vida. Al reconocer la mano de Dios tanto en su sufrimiento como en su sanación, Tobit ejemplifica una profunda confianza en la sabiduría y el tiempo de Dios. Su bendición del nombre de Dios y de los ángeles refleja un profundo respeto por lo divino, animándonos a permanecer agradecidos por las bendiciones que recibimos. Este pasaje sirve como un recordatorio de que la misericordia y la presencia de Dios son inquebrantables, y que nuestras pruebas pueden llevar a una mayor comprensión y apreciación de Su amor y gracia.
Y le dijo: "¿Qué es lo que tienes, padre?" Y él le respondió: "He visto a tu madre, y he visto que ha llorado por ti, y ha dicho: '¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué no ha vuelto?'."
Tobías 11:15
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