Tobías, el hijo de Tobit, se encuentra en un viaje con el ángel Rafael, quien se presenta como Azarías. Durante sus travesías, Tobías pesca un pez, y Rafael le instruye que conserve ciertas partes de este. La pregunta de Tobías sobre el propósito del hígado, el corazón y la hiel del pez refleja una curiosidad natural y un deseo de entender la importancia de estos elementos. Esta interacción nos recuerda el valor de hacer preguntas y buscar conocimiento, especialmente en asuntos espirituales.
La guía del ángel representa la sabiduría divina y la certeza de que Dios provee para Su pueblo de maneras inesperadas. Las partes del pez se revelan más tarde como poseedoras de propiedades curativas, simbolizando cómo Dios nos equipa con las herramientas que necesitamos, incluso si no comprendemos de inmediato su propósito. Esta narrativa anima a los creyentes a confiar en el plan de Dios y a estar atentos a Su guía, sabiendo que a menudo Él actúa a través de medios ordinarios para lograr resultados extraordinarios.