En este capítulo, Zacarías aborda la cuestión del ayuno y la verdadera adoración. Los enviados de Betel preguntan a los sacerdotes si deben continuar con sus prácticas de ayuno, recordando la importancia de la sinceridad en la adoración. Zacarías responde con un mensaje de Dios que desafía las motivaciones detrás del ayuno. Dios no se complace en rituales vacíos, sino que busca justicia, misericordia y compasión hacia los demás. Este capítulo subraya la necesidad de que el pueblo se arrepienta y se vuelva a Dios, no solo en términos de rituales, sino en su comportamiento hacia los demás. La llamada a la justicia social y a la verdadera adoración resuena a lo largo de las Escrituras, recordando a los creyentes que la fe debe manifestarse en acciones concretas de amor y servicio.
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