En su carta a los corintios, Pablo comienza reconociendo a la iglesia en Corinto como parte de la comunidad más amplia de creyentes. Se refiere a ellos como santificados, lo que significa que han sido apartados para un propósito especial a través de su relación con Cristo. Esta santificación no es solo para los corintios, sino para todos los que invocan a Jesús, enfatizando la unidad e inclusividad de la fe cristiana.
El mensaje de Pablo es uno de aliento e identidad, recordando a los corintios su llamado a la santidad. A pesar de los desafíos que enfrentan, son parte de una familia más grande de creyentes que comparten la misma fe y Señor. Este versículo sirve como un recordatorio de que el cristianismo trasciende las comunidades locales, uniendo a todos los creyentes en una misión y propósito compartidos. Llama a los cristianos a vivir su fe en santidad y unidad, reconociendo su lugar en el cuerpo global de Cristo.