La sabiduría de Salomón era incomparable, un don divino que lo diferenciaba de otras figuras sabias de su época. El versículo destaca su superioridad en sabiduría sobre individuos notables como Etán el ezraíta, Hemán, Calcol y Darda, quienes eran reconocidos por su entendimiento e intuición. Esta comparación subraya la naturaleza excepcional de la sabiduría de Salomón, que no solo era un atributo personal, sino una herramienta para el liderazgo y la gobernanza.
La sabiduría de Salomón fue un factor clave en la prosperidad y estabilidad de Israel durante su reinado. Le permitió tomar decisiones justas, crear proverbios perspicaces y construir alianzas con otras naciones. Su fama se extendió más allá de Israel, alcanzando a las naciones circundantes, lo que consolidó aún más su influencia y el respeto que inspiraba. Esta sabiduría fue un testimonio de la bendición de Dios y un cumplimiento de la promesa hecha a Salomón cuando pidió un corazón comprensivo para gobernar a su pueblo con sabiduría.