En este pasaje, Saúl, quien ha sido recientemente elegido como rey, toma acción decisiva para defender a los israelitas contra los amonitas. Los amonitas habían amenazado al pueblo de Jabes de Galaad, y Saúl responde movilizando a los israelitas para que acudan en su ayuda. Al dividir sus fuerzas en tres divisiones, Saúl emplea una estrategia militar clásica para maximizar el elemento de sorpresa y efectividad. El ataque se lanza durante la última vigilia de la noche, un momento en que el enemigo es menos vigilante, lo que demuestra el pensamiento estratégico de Saúl.
La victoria es completa, con las fuerzas amonitas siendo diezmadas y dispersadas. Esto no solo libera a Jabes de Galaad, sino que también establece la autoridad y capacidad de Saúl como líder. La dispersión de los amonitas, de tal manera que no quedaron dos juntos, simboliza la completa desorganización y derrota del enemigo. Esta victoria une a las tribus de Israel bajo el liderazgo de Saúl y marca el comienzo de su reinado con un éxito militar significativo. Resalta los temas de unidad, liderazgo y favor divino en la superación de adversidades.