En el vigésimo cuarto capítulo de 2 Crónicas, Joás se convierte en rey y se compromete a restaurar el Templo de Dios, cumpliendo con la misión que le fue encomendada. Bajo la guía del sacerdote Joiada, Joás inicia una reforma espiritual en Judá, instando al pueblo a volver a la adoración verdadera. Se recolectan fondos para reparar el Templo, y la obra avanza con éxito. Sin embargo, tras la muerte de Joiada, Joás se aparta de Dios y comienza a escuchar a los príncipes de Judá, quienes lo llevan a la idolatría. Este capítulo ilustra la fragilidad de la fe humana y la importancia de mantener la conexión con Dios, incluso en tiempos de éxito. La historia de Joás es un recordatorio de que la verdadera adoración y la fidelidad a Dios deben ser una prioridad constante, y que el desvío de la verdad puede tener consecuencias devastadoras.
2 Crónicas capítulo 24
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