Jehoaz, hijo del venerado rey Josías, fue elegido por el pueblo de Judá para suceder a su padre en el trono. Esta decisión refleja el respeto del pueblo por el legado de Josías y su esperanza de que Jehoaz continuara las reformas y la devoción a Dios que su padre había iniciado. Josías había sido un rey que lideró reformas religiosas significativas, llevando a la nación de regreso a la adoración de Yahvé. La elección de Jehoaz por parte del pueblo simboliza su deseo de continuidad en el liderazgo y la dirección espiritual.
Sin embargo, el reinado de Jehoaz fue breve y estuvo marcado por la agitación política. Gobernó solo tres meses antes de ser depuesto por el faraón Necao de Egipto. Esta transición resalta la vulnerabilidad de Judá en este periodo, atrapada entre imperios poderosos. El pasaje subraya la importancia del liderazgo y el papel del pueblo en la elección de sus líderes, al tiempo que anticipa la inestabilidad y los desafíos que se avecinaban para Judá. Sirve como un recordatorio de las complejidades del liderazgo y el impacto de las fuerzas externas en el destino de una nación.