El rey Josías, conocido por sus reformas y su dedicación a purificar las prácticas de adoración en Israel, se encuentra con una lápida durante su campaña para destruir los lugares de culto a ídolos. Pregunta sobre su significado, y los lugareños le informan que marca la tumba de un profeta de Judá. Este profeta había condenado hace tiempo el altar en Betel, prediciendo su destrucción, una profecía que Josías está cumpliendo en ese momento. Este encuentro subraya el poder duradero y la precisión de la palabra de Dios. También ilustra la continuidad del plan divino, mostrando cómo las profecías del pasado se realizan en el presente. Las acciones de Josías demuestran su compromiso de alinear el reino con la voluntad de Dios, y el cumplimiento de la profecía sirve como un testimonio de la soberanía y fidelidad de Dios. Para los creyentes, esta historia es un poderoso recordatorio de la importancia de la obediencia a los mandamientos de Dios y la certeza de que sus promesas se cumplirán, fomentando una confianza más profunda en su plan divino.
Y dijo: ¿Qué es este monumento que veo? Y los hombres de la ciudad le respondieron: Es el sepulcro del hombre de Dios que vino de Judá y que proclamó estas cosas que tú has hecho contra el altar de Bet-el.
2 Reyes 23:17
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