Los maestros falsos, impulsados por la avaricia, pueden intentar manipular y engañar a los creyentes con relatos que no están basados en la verdad. Estas personas están motivadas por el interés personal en lugar de un deseo genuino de difundir el evangelio. Sin embargo, sus acciones no pasan desapercibidas ante Dios. Este pasaje asegura a los creyentes que la condenación de tales engañadores ha sido predeterminada y su destrucción final es segura. Este mensaje anima a los cristianos a ser discernidores y cautelosos, asegurándose de que su fe esté fundamentada en la verdad de las Escrituras y no en las palabras seductoras de quienes buscan explotarlos. También tranquiliza a los creyentes al recordarles que la justicia de Dios es activa y vigilante, y que Él no permitirá que la falsedad prevalezca indefinidamente. Al mantenerse arraigados en la verdad y ser conscientes del potencial de engaño, los creyentes pueden protegerse de ser desviados y confiar en que Dios sostendrá la justicia en Su perfecto tiempo.
Y por avaricia harán de vosotros negocio con palabras fingidas; sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
2 Pedro 2:3
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