Pedro y Juan, dos apóstoles prominentes en la iglesia cristiana primitiva, se dirigen al templo para orar, una práctica común entre los judíos de la época. Esto ilustra el compromiso de los apóstoles por mantener su herencia judía mientras abrazan su nueva fe en Cristo. La mención específica de 'tres de la tarde' se refiere a uno de los tiempos tradicionales judíos para la oración, conocido como la novena hora, que era un momento para el sacrificio y la oración de la tarde. Este detalle resalta la dedicación de los apóstoles a la oración y la adoración regulares, que eran centrales en sus vidas.
El versículo prepara el escenario para el milagro posterior de la sanación de un hombre cojo, que sirve como un poderoso testimonio del poder transformador del nombre de Jesús y de la fe de los apóstoles. Al ir al templo, Pedro y Juan no solo participan en una tradición religiosa, sino que también se posicionan para ser instrumentos de la obra de Dios. Este pasaje anima a los creyentes a permanecer fieles en la oración y a estar abiertos a las oportunidades que Dios presenta en la vida cotidiana.