Esteban, conocido como el primer mártir cristiano, muestra un coraje y una fe notables al enfrentar su ejecución. Mientras es apedreado, se arrodilla y ora por sus perseguidores, pidiendo a Dios que no les impute su pecado. Este acto de perdón refleja las propias palabras de Jesús en la cruz, demostrando el profundo impacto de las enseñanzas de Cristo en sus seguidores. La oración de Esteban es un testimonio del poder del perdón y el amor, incluso frente a la grave injusticia y la violencia. Su uso de la frase 'durmió' para describir su muerte refleja la creencia cristiana primitiva en la resurrección y la vida eterna, sugiriendo que la muerte no es el final, sino una transición a una nueva existencia con Dios. El ejemplo de Esteban sirve como un poderoso recordatorio del llamado cristiano a perdonar y amar a nuestros enemigos, confiando en la justicia y misericordia de Dios. Su historia anima a los creyentes a mantenerse firmes en su fe, incluso cuando enfrentan la persecución, y a responder al odio con compasión y perdón, encarnando el espíritu de Cristo en sus acciones.
Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les impute este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Hechos 7:60
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