En el tercer capítulo, Amós presenta un mensaje contundente sobre la inevitabilidad del juicio divino. Utilizando una serie de preguntas retóricas, el profeta establece la conexión entre el pecado de Israel y las consecuencias que enfrentarán. La famosa frase "¿Andará dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?" resuena como un llamado a la reflexión sobre la relación entre Dios y su pueblo. Amós enfatiza que el juicio no es un acto arbitrario, sino una respuesta justa a la desobediencia y la injusticia. Este capítulo subraya la responsabilidad de Israel como pueblo elegido y su fracaso en cumplir con el pacto de Dios. La advertencia de Amós es clara: el juicio de Dios es inminente, y solo el arrepentimiento puede cambiar su curso.
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