La relación de Dios con la humanidad se caracteriza por su disposición a comunicarse y revelar sus planes a través de individuos elegidos, los profetas. Esto demuestra su compromiso con la transparencia y su deseo de que su pueblo esté informado y preparado. Al revelar sus planes, Dios muestra que valora el papel de los profetas como intermediarios que transmiten sus mensajes a la gente. Esta comunicación subraya la importancia de la profecía para comprender la voluntad de Dios y sus planes en desarrollo.
El versículo asegura a los creyentes que Dios no es distante ni indiferente, sino que está activamente involucrado en el mundo. Él elige compartir sus intenciones, asegurando que su pueblo no quede en la oscuridad sobre sus acciones. Esta revelación es un signo de su soberanía y de su deseo de tener una relación con la humanidad. Anima a los creyentes a buscar y atender los mensajes de los profetas de Dios, quienes proporcionan visión y orientación. Esta conexión entre Dios y sus profetas es un testimonio de su fidelidad y su deseo de guiar a su pueblo a través de los desafíos de la vida.