En este versículo, el profeta Amós llama a la gente a considerar el destino de otras ciudades poderosas: Calné, Hamat y Gat. Estas ciudades fueron una vez prósperas e influyentes, pero experimentaron su caída. Las preguntas retóricas planteadas están destinadas a provocar reflexión y autoexamen entre el pueblo de Israel y Judá. Al preguntar si estas ciudades están mejor o son más grandes, Amós destaca que, a pesar de su grandeza pasada, no fueron inmunes a la destrucción.
Esto sirve como una advertencia contra el orgullo y la complacencia. Recuerda al pueblo que su propia prosperidad y seguridad no están garantizadas si continúan en sus caminos de injusticia y negligencia de los mandamientos de Dios. El versículo subraya la importancia de la humildad y la necesidad de permanecer fieles y justos, ya que confiar únicamente en los logros pasados o en el estatus actual puede llevar a la caída. Es un llamado a la introspección y un recordatorio de que la verdadera fuerza y seguridad provienen de vivir de acuerdo con los principios divinos.