Amós, un humilde pastor, relata cómo Dios lo llamó a ser profeta para Israel. Este momento enfatiza que el llamado de Dios puede llegar a cualquiera, sin importar su posición social o ocupación previa. Amós no provenía de una familia de profetas ni de la élite religiosa; era un hombre común que cuidaba ovejas. Sin embargo, Dios lo eligió para una misión significativa, ilustrando que el propósito divino trasciende las calificaciones humanas. Esta narrativa anima a los creyentes a permanecer abiertos al llamado de Dios, sabiendo que a menudo elige candidatos inesperados para cumplir Sus planes. También sirve como recordatorio de que Dios equipa a quienes llama, proporcionando la fuerza y sabiduría necesarias para llevar a cabo Su obra. La historia de Amós es un testimonio del poder transformador del llamado de Dios, animando a las personas a escuchar la voz de Dios en sus propias vidas y estar listas para asumir los roles que Él ha preparado para ellas. Este pasaje inspira fe en la capacidad de Dios para usar a cualquiera para Sus propósitos divinos, reforzando la idea de que cada persona tiene el potencial para contribuir de manera significativa al reino de Dios.
Y el Señor me dijo: Ve, profetiza a mi pueblo Israel.
Amós 7:15
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