La reacción del rey Nabucodonosor es de asombro y desconcierto. Había ordenado que Sadrac, Mesac y Abed-nego fueran lanzados a un horno ardiente porque se negaron a adorar el ídolo que él había erigido. Esperando verlos consumidos por las llamas, en cambio, observa algo extraordinario. Esta escena subraya el tema de la liberación y protección divina. La pregunta del rey a sus consejeros revela que algo inesperado está ocurriendo, algo que va más allá de la comprensión humana. Este evento ilustra el poder de la fe inquebrantable y la creencia de que Dios está con aquellos que se mantienen fieles a sus convicciones, incluso frente a la persecución. Anima a los creyentes a confiar en la presencia y protección de Dios, asegurándoles que nunca están solos, sin importar cuán difícil parezca la situación. La historia es un poderoso testimonio de que la fe puede conducir a resultados milagrosos, inspirando esperanza y valentía en los creyentes.
Entonces Nabucodonosor se espantó y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres hombres atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh rey.
Daniel 3:24
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