Daniel demuestra un coraje y fidelidad notables en este pasaje. A pesar del edicto que prohíbe la oración a cualquier otro que no sea el rey, Daniel se mantiene firme en su devoción a Dios. Al orar tres veces al día, muestra que su relación con Dios es primordial. El acto de abrir sus ventanas hacia Jerusalén simboliza su conexión con su herencia espiritual y su esperanza de restauración. Las acciones de Daniel nos recuerdan la importancia de la consistencia en nuestras prácticas espirituales, incluso cuando enfrentamos desafíos u oposición. Su fe inquebrantable sirve de inspiración para confiar en la soberanía de Dios y permanecer comprometidos con nuestras creencias. Esta narrativa anima a los creyentes a priorizar su relación con Dios y encontrar fortaleza en la oración, sabiendo que Dios está con ellos en todas las circunstancias.
Pero Daniel, cuando supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa; y abiertas las ventanas de su cámara que estaban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
Daniel 6:10
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