En este pasaje, el enfoque está en la inalterabilidad de las leyes de los medos y persas. Una vez que se emite y se escribe un decreto, se convierte en permanente y no puede ser modificado, lo que refleja la autoridad absoluta de la palabra del rey. Este marco legal es crucial en la historia de Daniel, ya que es utilizado por sus adversarios para atraparlo. Ellos persuaden al rey para que emita un decreto que prohíbe orar a cualquier dios o ser humano que no sea el rey durante treinta días, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones. El compromiso de Daniel con su fe lo lleva a seguir orando a Dios, a pesar del edicto. Este versículo establece la tensión entre la autoridad humana y la fidelidad divina, ilustrando cómo la confianza inquebrantable de Daniel en Dios finalmente conduce a su liberación. También destaca el tema de la integridad, ya que Daniel elige permanecer fiel a sus creencias frente al peligro. La historia demuestra que, aunque las leyes humanas pueden ser poderosas, la justicia y protección divina son, en última instancia, superiores.
Ahora, oh rey, establece el edicto y firma la escritura, para que no pueda ser alterada, conforme a la ley de los medos y persas, la cual no puede ser abrogada.
Daniel 6:8
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