En esta oración sincera, Daniel invoca a Dios, reconociéndolo como el que liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Este evento histórico es un pilar de la fe judía, simbolizando el poder de Dios y su compromiso con su pueblo. Al evocar esta memoria, Daniel enfatiza la reputación duradera y la fidelidad de Dios. Contrasta esto con una confesión de pecado, reconociendo que el pueblo se ha desviado de los caminos de Dios. Este enfoque dual en las acciones pasadas de Dios y las fallas presentes del pueblo sirve como un poderoso llamado al arrepentimiento. La oración de Daniel es tanto un ruego por misericordia como un recordatorio de la naturaleza inmutable de Dios. Al reflexionar sobre la liberación pasada de Dios, Daniel anima a un regreso a la fidelidad y a la confianza en la capacidad de Dios para restaurar y perdonar. Este versículo enseña la importancia de la humildad, la confesión y la dependencia de los actos históricos de salvación de Dios como fuente de esperanza y renovación para el futuro.
Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho renombre, como en este día; hemos pecado, hemos hecho mal.
Daniel 9:15
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