En este versículo, se centra en la prohibición de hacer y adorar ídolos, un tema recurrente en la Biblia. La idolatría se considera un pecado grave porque implica colocar algo más en la posición que solo le pertenece a Dios. Los ídolos son descritos como obra de manos humanas, destacando su naturaleza hecha por el hombre y contrastándolos con lo divino. La mención de la secrecía sugiere un intento deliberado de ocultar tales acciones, lo que implica una conciencia de su incorrectitud. La respuesta comunitaria de "Amén" es significativa, ya que representa un reconocimiento colectivo y un acuerdo para rechazar la idolatría. Este aspecto comunitario subraya la importancia de la comunidad en la vida espiritual, donde los individuos se apoyan mutuamente para adherirse a su fe. El versículo sirve como un recordatorio para priorizar a Dios sobre todo lo demás y estar alerta ante cualquier cosa que pueda desviar a uno de la verdadera adoración. Invita a los creyentes a reflexionar sobre sus propias vidas y asegurarse de que su devoción permanezca indivisa.
Maldito el hombre que hiciere imagen tallada o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de manos de artífice, y la pusiera en oculto. Y responderá todo el pueblo, y dirá: Amén.
Deuteronomio 27:15
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